Un reflexólogo conoce el mapa podal y busca los puntos dolorosos, si es eso que quiere tratar, o sencillamente recorre uno y otro pie siguiendo un protocolo marcado. Evidentemente esto hace bien al paciente, es relajante y según con qué puntos pare tendrá reacciones. El problema, en mi opinión, es que muchas veces se desconoce cómo tratar patología e incluso los efectos secundarios y contraindicaciones de dicha manipulación.
Sin embargo una reflexoterapeuta especializada tiene conocimientos más amplios: anatomía (no solo podal), psicopatología y otras terapias complementarias como masaje metamórfico, esencias florales, etc. Además, se centran las sesiones en aquellas patologías o dolencias que sufre la paciente conociendo todas las contraindicaciones en cada caso concreto.
Desde la reflexología podal es posible:
- Facilitar la regulación menstrual, tanto en periodicidad, como en cantidad de flujo, dismenorrea (dolor menstrual), etc
- Reducir e incluso eliminar problemáticas propias del embarazo: náuseas, acidez, dolores musculares, estreñimiento, ciática, enemas y retención de líquidos, cansancio…
- Aliviar molestias de la lactancia: engurgitamiento, mastitis… En ocasiones la mujer no puede tocarse el pecho debido al dolor, a través de los pies no existe este inconveniente.
- Aliviar las molestias propias de la menopausia: sofocos, nerviosismo, cambios anímicos repentinos, palpitaciones, alteraciones del sueño…
- Aliviar y eliminar otras problemáticas y patologías comunes en nuestra sociedad: estreñimiento, intestino irritable, retención de líquidos, agotamiento, estrés, problemas respiratorios, dolores y tensiones musculares, etc.